Hasta ahora, si pensábamos en el periodismo, pensábamos en periódicos, televisión y radio. En unas decenas de profesionales instruidos académicamente para ser capaces de ocupar su puesto e informarnos de lo que ocurre a nuestro alrededor. Un par de activos en medio de un centenar de pasivos. Sin embargo, en la última década, este término ha cruzado las fronteras.
Nos encontramos con canales cada vez más manipulados por el gobierno, periódicos que escriben sobre lo que les conviene e interlocutores que deben ponerse un esparadrapo en la boca más veces de las deseadas.
Quizás, este sea uno de los motivos por los cuales, cada vez más ciudadanos, opinan que varias mentes piensan mejor que una y que la diversidad de opinión es fundamental. Todos sabemos que la visión de un conflicto desde el exterior, difiere mucho a aquella mirada que parte de las propias vivencias, sobretodo en un mundo lleno de desigualdades y censura en los países menos afortunados. ¿Qué podemos hacer ante esto? ¿Cómo nos informamos acerca de lo ocurre en Palestina cuando el traslúcido velo de la represión nos permite ver menos de la mitad?
Al parecer, Internet tiene la solución: el periodismo ciudadano. Esta nueva clase de periodismo, criticada por algunos y aclamada por otros, pone del revés los roles tradicionales dentro de esta ciencia. Los ciudadanos, aquellos que siempre han ocupado el lugar del espectador, pasan de ser informados a informar. Con el periodismo ciudadano, son ellos (y no las empresas de comunicación) quienes recogen, analizan y difunden la información de forma independiente. Probablemente, un concepto como éste hubiera resultado descabellado décadas atrás, pero con las nuevas plataformas sociales, se ha convertido en una realidad.
Además, en una época marcada por la crisis financiera que azota a gran parte del mundo, muchos periodistas han sido despedidos. Sin embargo, eso no ha hecho que su vocación desaparezca. Por ello, han tenido la necesidad de buscar otras alternativas mediante las cuales puedan ejercer su profesión vocacional.
Para algunos, utilizar el término ‘periodismo’ dentro de este ámbito no resulta adecuado. Hay quienes no consideran periodista a una persona que escribe en su blog las noticias más cercanas a ella; ya sea una huelga ocurrida en su ciudad, la labor de una ONG en la cual trabaja o la vida de un español en China.
Aunque según mi punto de vista, ¿por qué no iba a serlo? El periodismo ciudadano tiene una ventaja de la cual carecen los medios tradicionales: muestra la información desde dentro. La experiencia personal es una cualidad que apela la atención de quien te lee, y considero que podemos sentirnos afortunados por poder informarnos, de primera mano, de la situación de la mujer en Siria o de la censura del gobierno chino. Gracias a él, somos conscientes de los hechos que están ocurriendo tanto en nuestro país como en otros más lejanos (en todos los sentidos de la palabra) aquellos sobre los cuales no nos informa la mainstream media; ya sea porque no los consideran de vital importancia o porque no le convienen. Porque, al fin y al cabo, desde hace unos años, en los intereses se basa el periodismo tal y como lo hemos conocido hasta ahora. El periodismo ciudadano, por el contrario, no tiene fines económicos ni intereses políticos de por medio. Tan sólo se trata de la opinión de diferentes personas, como tú y como yo, que tienen la necesidad de transmitir al mundo su punto de vista; sin beneficios económicos.
En definitiva, considero que nos encontramos ante una nueva era del periodismo, que no tiene por qué ser mejor o peor que la anterior, ni debe dejar de lado a los medios de comunicación ya existentes. Una nueva era que nos da la oportunidad de contemplar un amplio abanico de opiniones, que nos permite involucrarnos en el periodismo y no ser un mero espectador. Un periodismo en el cual los ciudadanos dejan su sillón para salir a la calle con cámara fotográfica y libreta en mano.
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